¿Qué es el hambre emocional?
Ingerir alimentos guiada por las emociones y no por una necesidad real fisiológica. A eso se le conoce como hambre emocional. Estudios sugieren que las mujeres son más propensas a comer basadas en sus estados de ánimo, aunque los hombres no están exentos de ello.
Una mujer que sufre de trastornos emocionales por la comida cae en la tentación de ir a la cocina cuando está triste, angustiada, estresada e incluso aburrida.
La situación se vuelve un problema al no saber diferenciar entre hambre real y hambre emocional.
Emociones que alteran y engordan
Lógicamente las emociones no engordan pero sí la vinculación que estas tienen con la comida. Cuando se sufre de este tipo de trastorno, se busca frecuentemente refugio en los alimentos.
¿Quién no recuerda alguna escena del Diario de Bridget Jones en la que se exponía la desordenada relación que la protagonista tenía con la comida?. La mujer tomaba enormes tarros de helado cada vez que se sentía triste o angustiada. Esa es la mejor ilustración. Aunque la encantadora Bridget quería adelgazar rápidamente, siempre terminaba entrampada con la comida.
Con hábitos negativos, la salud se pone en jaque. La mala alimentación influye negativamente en las emociones, el nivel de rendimiento, genera obesidad y enfermedades como diabetes, hipertensión, padecimientos del corazón.
La comida con vávula de escape
Sería maravilloso que la nevera o la cocina tuvieran un sistema de alarma para diferenciar entre hambre real o hambre emocional, pero no es así. Toca educarse y ponerle atención a las emociones para saber qué pasa exactamente.
Cuando se hace actividad física, se mantienen horarios de comida y la alimentación es saludable, es poco probable que se sufra de este trastorno. Hay sitios web como www.actifemme.com donde difunden contenidos valiosos para llevar un estilo de vida sano.
No es fácil tener nuevos hábitos, pero tampoco es imposible. La ayuda de un profesional sería muy importante.
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Cuando el cuerpo manifiesta ganas de ingerir alimentos pese a haber comido recientemente, lo más probable es que la necesidad no sea fisiológica, sino emocional. Las siguientes son algunas de las razones por las cuales se come emocionalmente:
- Estrés.
- Ansiedad.
- Soledad.
- Tristeza.
- Aburrimiento.
Cómo diferenciar entre hambre física y hambre emocional
Hay formas de encender alarmas propias para no comer compulsivamente. Lo primero es conocer la mente. Saber cómo funciona el cerebro humano es un paso importante en esta lucha.
El hambre emocional tiene algunas características que la distinguen del hambre real. A continuación las más frecuentes:
Necesidad repentina de comer
El apetito real aparece progresivamente y no de repente. Quienes habiendo comido sienten la necesidad de seguirlo haciendo, están ante un cuadro de hambre emocional.
Antojos de alimentos calóricos
Cuando se come por ansiedad y no por necesidad real solo se tienen antojos de alimentos altamente calóricos: dulces, helados, chocolates…. Muy pocas veces se va al refrigerador en busca de brócoli o de una zanahoria.
Comida como bálsamo
Hay mujeres e incluso hombres que comen chocolate cuando se sienten tristes o buscan un tarro de helado cuando están agobiados. En la mayoría de los casos ya lo hacen de forma consciente y se dicen a sí mismos: “si como dulces me siento mejor”.
Después de un gusto una culpa profunda
Lo que pasa después que se come emocionalmente es que se experimenta un profundo sentimiento de culpa. La situación es cíclica, una vez se supera la culpa se come otra vez.
Hábitos saludables ante el hambre emocional
Al ser un hábito derivado de las emociones la primera tarea pendiente es buscar la causa de estas. ¿Qué origina ese sentimiento de tristeza, culpa, estrés o ansiedad? Si ya se ha detectado el origen, se debe trabajar en ello para darle una solución. Las emociones no deben descuidarse porque de ellas depende la salud mental.
Una vez tratada la causa emocional hay que desarrollar un estilo de vida saludable:
- Dormir al menos 8 horas diarias.
- Hacer ejercicio para mejorar el estado de ánimo.
- Poner horarios de comida y cumplirlos.
- Evitar los alimentos calóricos y azucarados.
- Comer de manera equilibrada.
Es posible superar el hábito de comer compulsivamente. Aunque puede parecer difícil, si se cuenta con ayuda profesional y con voluntad se supera.