El tipo de parto condiciona la microbiota intestinal del bebé

El tipo de parto condiciona la microbiota intestinal del bebé

En los últimos años, ha habido numerosos estudios sobre cómo los tipos de parto, cesárea o vaginal, afectan la microbiota intestinal de los bebés en el momento de su nacimiento. Sin embargo, un estudio reciente ha determinado definitivamente cómo esto afecta a los infantes a largo plazo.

La importancia del parto y la microbiota intestinal del bebé
La importancia del parto y la microbiota intestinal del bebé

La diferencia entre los partos

Durante algunos años se había tenido la sospecha: la cesárea o el parto por vaginal afectan directamente los organismos que se encuentran en el intestino de los bebés en su nacimiento.
Sin embargo, con el paso de tiempo, esta diferencia suele ir desapareciendo cuando el bebé alcanza los seis o los nueve meses de edad.

El nacimiento por cesárea ya se había relacionado con anterioridad a otras enfermedades como el asma, las alergias y algunas otras enfermedades autoinmunes. Y en una investigación, publicada en la revista Nature y realizada por investigadores del Wellcome Sanger Institute en el UCL de Londres, con una muestra de más de 600 infantes, confirmaron que los niños nacidos por vía vaginal habían obtenido su microbiota intestinal de sus madres, mientras que, aquellos nacidos por cesárea, tenían bacterias en su sistema vinculadas al ambiente hospitalario.

Una diferencia temporal

Otro de los hallazgos importantes de esta investigación ha sido la constatación de que tras el destete del pequeño, alrededor de los 6 a los 9 meses de edad, la diferencia en la composición de la microbiota suele ir desapareciendo.

Además, concluyeron que las bacterias comensales, conocidas como bacteroides, asociadas a efectos positivos en el sistema inmunitario y que contribuyen a suprimir inflamaciones gastrointestinales, tienen muy baja presencia en niños nacidos por cesárea.

De igual manera, han constatado los beneficios de los probióticos: los bebés a través de la madre pueden gozar de ellos si esta tiene una alimentación rica en alimentos probióticos.

Los probióticos

Las bacterias vivas contenidas en el estómago de la madre, como hemos señalado, afectan directamente la microbiota intestinal de su bebé mientras crece dentro del útero. Con los alimentos fermentados y los suplementos probióticos cada vez en mayor auge, sus funciones en el organismo se han vuelto cada vez más conocidas.

Estas bacterias saludables ayudan al estómago en muchas cosas importantes.

  • La absorción de nutrientes mejora considerablemente: vitaminas como la B12, el magnesio, el hierro o la glucosa.
  • Mejor digestión: habrá equilibrio en la microflora del sistema gastrointestinal, impidiendo de esta forma el crecimiento de bacterias dañinas. De esta forma se tendrá una buena absorción de nutrientes durante el proceso de digestión.
  • Protegen contra infecciones: ayudan en la síntesis de enzimas, algunas necesarias para contrarrestar los efectos de bacterias y otras toxinas perjudiciales.

Puede verse que los beneficios son muchísimos. Sin embargo, no solo se hace necesario cambiar ciertos hábitos alimenticios, sino que también hay que tener cierta actividad física. De igual manera, los últimos suplementos introducidos al mercado, como el VitaPLUS® Boulardiiayudan a complementar  las carencias de probióticos que falten en la dieta de la madre.

La siembra vaginal

Para suplir la carencia de ciertas bacterias en los intestinos de los recién nacidos por medio de cesárea, se ha popularizado una práctica controvertida: frotar al bebé con los fluidos vaginales de la madre. Esto con la finalidad de restaurar la microbiota natural del pequeño.

A través de ciertos estudios, se ha determinado que esta práctica puede traer resultados positivos a cortos plazo. Sin embargo, los especialistas se han mostrado reticentes a recomendar esta práctica en ambientes hospitalarios, por falta de mayores estudios y riesgos de contaminación.

Aunado a la falta de estudios, también puede haber riesgos, tales como la transmisión de alguna bacteria patógena, como el estreptococo del grupo e, o incluso, microorganismos causantes de herpes genitales, gonorrea o clamidia, entre otros.

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